¿Los emojis, emoticonos o caritas que acompañan los mensajes en varias plataformas de comunicación actuales, tienen incluido el símbolo de la sinceridad?
Confieso que soy de las que casi siempre sigue a la antigua. Prefiero las palabras y expresar lo que siento a través de la escritura o de una confesión personal que apoyarme en imágenes que sustituyen casi todos los sentimientos. Soy latina y eso de estar hablando frente a pantallas de diversas medidas, todavía me cuesta. ¡Quiero hablar con gente! Nunca pensé que vería a mi pareja a través de una pantalla de tamaño “caja de fósforos familiar” de aquellas que vendían en Cuba semivacías para todo un mes; de unas dos por cinco pulgadas igual a la pantalla de mi celular. ¡Aún no me adapto!
¿Cómo saber que es real alguna emoción de la sarta de figuritas que me llegan de alguien que ni me conoce o de amigos que no veo desde la escuela primaria o familiares cercanos que no llaman desde hace meses? ¿Existe el emoji de la hipocresía? ¿Acaso los japoneses en su creación moderna de expresión no concibieron la falta a la verdad? Algo creado para la comunicación en el siglo XXI pensado en la síntesis para ser parte de la vida ajetreada de este milenio trae su lado claro y oscuro, como todo en este mundo.
En Twitter, Facebook, Messenger y no sé en cuántos lugares más, si quieres no usar ni una palabra tienes la mesa servida o la bandeja repleta de íconos. Frases como: “Te amo”, frecuentemente muy difícil de reconocer frente a frente; hoy con un corazoncito rojo sales del apuro o reafirmas tu verdadero sentir. Veo en Facebook, muy a menudo, a gente que conozco que publica una foto y le llueven los emojis y la aprobación hasta el cansancio de lo posteado. Y algunas de estas alabanzas parten de personas que fuera de este mundo abstracto hablan todo lo contrario a lo que expresaron públicamente en esta red social.
Compadezco a los que viven en pareja y les revisen sus mensajes y respuestas en sus celulares. Primero se apodera de ti un susto paralizante de tu sístole y de tu diástole que no falla, aunque andes por el buen camino. Y que no salga a la luz un símbolo de estos que huela a infidelidad o sea interpretado así. Una carita con ojos de corazón puede ser la hecatombe. La pelea llega sutil o enmascarada. Es usual una investigación exhaustiva a lo Sherlock Holmes antes o después de los reclamos. ¡Hasta divorcios por culpa de los emojis habrá!
En honor a esta realidad cibernética, son útiles en muchas ocasiones y también pueden conmover; como el mensaje de Kim Kardashian por la masacre de Pulse, la discoteca de Orlando aquel 12 de junio de 2016, donde la atrocidad fue protagonista. La “socialite” twitteó varios corazones de colores como el arcoíris que representa a la comunidad LGBT en su bandera. Me impactó la sensibilidad de la Kardashian quien casi siempre es tildada de frívola. Con tanto colorido en forma de corazón, lo dijo todo.
Décadas atrás cuando un automóvil en marcha iba zigzagueando le ponías el cuño de que el conductor estaba con muchísimas copas de más. Hoy en día aseguras que alguien maneja y textea. Y parte de este vaivén tan peligroso y hasta fatal, se lo deben en parte a los emojis.
Entre los niños y jóvenes sigue vigente el descuido en la escritura apoyados en este textear incesante donde la ortografía se mantiene fuera de moda. Se está creando ente ellos un lenguaje escrito que a veces necesita traductor menor de 21 años. ¿Estos chicos podrán escribir una carta de amor? Si leyesen esta pregunta la tildarían de extraterrestre. Este es el mundo que les tocó vivir. Donde enamoran y aborrecen con emojis.
¿Tendremos que buscar firmas para que creen el emoji de la sinceridad? ¿Los nipones confiaron en que siempre que se usaran sus emojis estaría presente la franqueza? Supongo que esta encrucijada la tendremos que averiguar nosotros. Las palabras y ahora los emojis no son siempre confiables. La actitud de cada persona y los hechos siguen dictando lo real. Confiar ciento por ciento o no en los emojis, depende de usted.
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