Por Idaysi Capote
Mientras Ernesto “Che” Guevara abandonó a su suerte y hasta su muerte –satisfaciendo su pasión por los asesinatos, la aventura y la emigración – a su joven esposa y los cuatro hijos de este, su segundo matrimonio; Fidel Castro fue su soporte económico con exquisitos privilegios, y la señora Nieves… una “empleada” doméstica incondicional y sin salario.
Esta mujer de constitución delgada y casi anciana, fue una criada-esclava únicamente por techo y alimentos; casi todo el tiempo en la casa de Varadero, donde vivió por años la familia Guevara-March.
Además de consentir a este cuarteto de príncipes, hacía todos los quehaceres de este hogar; fruto de desalojo, robo de propiedad, de mucha pólvora, injusticias, sangre, llanto, muerte y de un inmenso dolor que aún perdura.
Nieves calentó esta morada con mucho amor sin recibir ni un solo pago por sus innumerables servicios durante años; fue confiable, y tuvo un aguante titánico del mal carácter de Aleida March, la viuda con tiempo récord de rapidez para dejar este “doloroso” estatus, quien se casó nuevamente contradiciendo los deseos de castidad que el dictador Fidel Castro le propuso.
Este emperador-gozador tropical de la vida, se sintió con derecho ante la manutención lujosa mantenida que nunca falló a estos engendros; y le pidió a la ex señora Guevara que se mantuviera hasta su muerte como la eterna esposa del sanguinario argentino.
Las hormonas de Aleida, en un carnaval de deseos no pudieron esperar, y contrajo matrimonio con otro militar al servicio de la dictadura cubana.
Por suerte proletaria los Guevara March: Aleidita, Camilo, Celia, y Ernesto tuvieron a la señora Nieves. Les entregó gran parte de su vida a esta prole como única manera de sobrevivir en medio de la escasez perpetua y coyuntural provocada por la revolución cubana desde 1959.
Surgió entre ella y ellos cierto lazo afectivo que afloró inevitablemente con el roce del día a día.
Esta mujer de pueblo, sierva moderna de estos burgueses comunistas, llenaba el súper surtido refrigerador con postres que halagaban el paladar de estos niños tocados por la fortuna económica autorizada. Con el detalle obligatorio de una nota personalizada con cada nombre, si no, el gen bélico del padre se activaba en estos chicos con un objetivo en la mira: las golosinas de Nieves.
Vivieron a la par toda esta vida anti modestia, mientras Cuba entera padecía todavía hambre y crueldades sin piedad por decisión del padrino Castro-Comunista de esta familia aristocrática, y por una historia criminal firmada por pensamiento, decisión y acción del “progenitor” desenfadado, Che Guevara.
No conocí a Aleida March hasta que apareció en la televisión cubana el 14 de octubre de 2007.
*Desde el Monumento al Che en la central ciudad de Santa Clara, Chávez durante más de cinco horas conversó sobre diversos temas, y dialogó en vivo por teléfono con el presidente cubano Fidel Castro Ruz, todo lo cual fue reflejado ampliamente por periódicos, telemisoras, radios y agencias de prensa de diversos países.
*La agencia EFE refiere que el mandatario venezolano comenzó esta mañana su programa especial «Aló presidente» en la ciudad de Santa Clara, situada a casi 300 kilómetros al este de La Habana, con una ofrenda al guerrillero argentino Ernesto Che Guevara en la plaza que lleva su nombre, y donde reposan los restos del luchador y sus compañeros en la guerrilla boliviana.
Lo que hizo que recuerde ese día hasta hoy, fue el trato déspota de la endiosada Aleida March a un periodista que interrumpió en su charla con Hugo Chávez. Comunicador al servicio de la dictadura Castro-Comunista que le hizo solo una pregunta sobre su sentir en aquel día de homenaje al Che. Y esta mirando a Chávez, dijo:
Y este, ¿Quién es?
El dictador venezolano, cuidado su imagen televisada en ese momento, reaccionó enseguida tratando de salvar la despótica situación. Y Aleida March siguió blasfemando, cual sultana otomana.
Esta pincelada histórica de vida y de privilegios de la clase-rascacielos o “aristocrática comunista” -valga la redundancia- la vive cada uno de los bolcheviques de élite, sin excepción, ni parangón.
La señora Nieves reaccionó muy tarde. Se dio cuenta de que no tendría retiro para mantenerse en su vejez. A los ojos estatales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en Cuba, ella nunca había tenido un empleo.
Las criadas eran cosa del pasado en la Cuba revolucionaria. Eso decía Fidel Castro. Y me pregunto:
¿Cuántas Nieves vivieron y viven en Cuba?
Imagino una avalancha.
Fuente: Testimonio de la señora Nieves; en Florida, Camagüey, Cuba
Imagen tomada de Google
(*) publicado por JuventudRebelde.com Domingo 14 octubre 2007 | 12:56:25 pm.
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