Por: IDAYSI CAPOTE
“El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen”
-Rabindranath Tagore-
Mozart sufrió la envidia de su contemporáneo Salieri; o ni se enteró por vivir cada segundo convertido en música.
Unos dicen que sí y otros niegan esta rivalidad -de un solo carril- que tuvo Salieri contra el niño prodigio.
Quiero creer en lo contado en Amadeus; largometraje norteamericano estrenado en 1984 por su director Miloš Forman, basado en la obra de teatro homónima escrita por Peter Shaffer, guionista de esta inolvidable película sobre todo por la risa alocada de Mozart y por el paradigma de tristeza y pesar por el bien ajeno, ardiendo en el proceder de Salieri.
Se sabe que donde hay luz, habrá sombra. Donde hay talento, habrá mediocres con la envidia como bandera. Donde hay misión de vida coherente con tus actos, habrá gente que no encuentra su camino y vive poniendo piedras en el tuyo.
Entonces te conviertes en un atleta de salto largo, evitando al máximo los tropiezos; pero inevitablemente, cuando te encuentran desprevenido los infinitos niveles de maldad, tu única reacción será seguir enfocado o te pierdes en la senda de la mala intención.
También existe el nivel rastrero de la envidia: el envidioso “solapado” que hace ver ante la vista de semejantes que sucede al revés el ataque de reconocimiento de su poco mérito, tirando a nefasto.
Cree que es el envidiado y que todos están atentos a su persona… nada, delirios en su masa encefálica de una pulgada en tres dimensiones por encontrarse en estado inflamatorio.
La frase que cabe es “Vive y deja vivir” … sí, porque esta especie divaga toda su vida por estar mirando hacia fuera de sí, inventado la próxima zancadilla para los que los mantienen con insomnio perenne.
Si aprovecharan la energía que usan para el auto sabotaje y el sabotaje ajeno, serían inalcanzables en lo que se propusieran. Pero un alma retorcida da todos sus ojos por la ceguera ajena.
El tiempo dicta después la historia de cada cual. La que se puede comprobar, la que dejó una estera positiva en este universo. Y la negativa de seres endemoniados. Pero ni eso de estos duendecillos con cincuenta nudos en el alma, de ellos no queda nada.
Se escucha a menudo: Tiene “celos” profesionales… estos celos son adornados usando este término poco abarcador; esto se llama envidia.
Y las personas que creen que sus metas y posesiones son las que quieren todos… ¿conocerán el verdadero significado de diversidad?
Que me importa tu Rolex, si no uso reloj; como declara Shakira en su hermosa canción: “Inevitable”
“Si es cuestión de confesar
No sé preparar café
Y no entiendo de fútbol
Creo que alguna vez fui infiel
Juego mal hasta el parqués
Y jamás uso reloj”
Las calumnias son el soporte de estos desenfocados personajes. Pero el “stop» que los frena, es el descubrimiento de lo que sienten delatado cada día con el efecto proyección de sus reales personalidades.
Es triste, porque desconocen que están a salvo a través de la vida misma.
Nada nos frenará a nosotros, los que nos propusimos luchar y cumplir la mayor cantidad de sueños posibles.
En ese camino que no te ponen fácil, abundan sorpresas y un regocijo insospechado.
También voy a terapia, un lujo que disfruto y que me brinda veredas necesarias cuando debo evitar el camino por un tiempo.
Parafraseando un poco a José Martí: Para que el mundo siga girando necesita del soporte de los que fundan, aman, y crean… la velocidad de rotación y traslación vendrá siempre de la energía que ponen en destruir los sueños los que necesitan ser felices de una manera insana.
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