POR: IDAYSI CAPOTE
Caricatura de @FMPinilla
No existe una nación donde el plan bolchevique con la derrota segura que arrastra se imponga a las buenas; no existe una nación comunista y feliz. Nada bueno se impone.
Siempre se escucha dentro de Cuba una cartilla de valores que debe tener un buen revolucionario, repetida una y mil veces por la forma de propaganda nazi que usa el régimen en el poder; el cual no aplica lo que predica.
Está muy dentro de la gramática socialista y de manera invariable la forma de ser robótica, inhumana, antinatural y estática de cada individuo.
El individuo desaparece mientras la doctrina crece.
Y es en este punto donde emerge la certeza de lo poco factible que es el comunismo aplicado a la especie humana.
Los adoctrinados con las pesadillas de Lenin, o el divagar de Marx en El Capital, o los desenfrenos de la locura sin tratamiento psiquiátrico de Fidel Castro; se encuentran en el mundo real -todo el tiempo- tratando de justificar este fracaso como si fuera un privilegio de vida.
Usted y yo, que padecimos la aberración comunista no podemos dejar de sufrir la lógica decadencia que trae esta ideología donde se pose.
¿Y por qué no se habla de la felicidad en Cuba como una preocupación social?
Ya han sido sacrificadas miles de vidas; delante de los fusiles castrista, en el mar, bajo el techo donde se sobrevive con la esperanza -casi siempre- de color gris; en la emigración forzada.
La dictadura te hace creer que mirar fuera y comprobar que hay vida, es utópico; que la utopía de los cubanos ya es realidad, con nombre y apellido: la revolución cubana.
¿Y qué ha revolucionado el comunismo en Cuba?
Sólo miedo, odio, desfachatez, hambruna, tortura psicológica sostenida desde 1959, irrespeto a la naturaleza humana y a su diversidad, abuso infantil con ráfagas ideológicas desde el primer respiro, un bajón de la estima personal hasta el nivel de creerse incapaz de casi todo; pensar y comprobar que únicamente fuera de la isla serás una persona completa sin las muletas carcomidas del comunismo, burlarse de la bondad infinita de la tierra y la fertilidad de la naturaleza, convertirlo todo en la supremacía de la decadencia y el horror, poner en dudas si nacer valió la pena; y si vivir así es una opción vacía de cordura.
La supervivencia física del pueblo aniquila su felicidad. Se concentra toda la existencia en una meta concreta: amanecer vivo el siguiente día, aunque no se tenga claro, ¿para qué?
Ese trillo verdeolivo, con señales rojo sangre, indican desde hace más de seis décadas que el himno de la Patria es otro; el que cree cada cubano de bien en su mente libre… que lo haga olvidar su uso irrespetuoso por la narco dictadura Castro comunista asesina y sobretodo ANTICUBANA.
Esta es mi versión, emocionada ante el fin inminente de la tristeza mantenida durante más de 60 años en Cuba, mi Patria, nuestra, también de los que no verán su libertad.
Mi versión del Himno Nacional de Cuba:
Sin combate vivir no merece,
Que la Patria os contemple orgullosa
No temáis a una muerte gloriosa
Que vivir sin la Patria es morir
En cadenas vivir es vivir
En afrenta y oprobio sumido
A este pueblo seguidlo Unidos
¡Con las almas, valientes, con fe!
Se debe trabajar mucho y por los cien años venideros la psiquis colectiva del pueblo cubano que volverá a reír sin miedo, no vivirá sólo el aquí y ahora; soñar será su derecho, los alimentos no serán privilegios de pocos. Habrá colores en la mesa, en las calles, en la imaginación. Las costumbres como nación serán legales; la política, una pesadilla. La niñez no tendrá que ser como el sanguinario Che Guevara, sólo serán niñas y niños.
La felicidad y el comunismo nadie los pudo mezclar.
Himno Nacional de Cuba
Al combate corred, bayameses,
que la patria os contempla orgullosa.
No temáis una muerte gloriosa,
que morir por la patria es vivir.
En cadenas vivir es vivir
en afrenta y oprobio sumido.
Del clarín escuchad el sonido.
¡A las armas, valientes, corred!