Por: idaysi Capote
Si hasta ahora te han hecho creer y aún no dudas de la idílica infancia de los niños cubanos, aseguro una vez más, que esto es un mito y caerá con el punto final de esta historia real, que se puede verificar.
En la EIDE provincial, situada en la ciudad de Camagüey, justamente la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar, Cerro Pelado, murió un niño de 12 años durante una competencia cuando le cayó encima una portería de fútbol (soccer) y le aplastó sus sueños de ser un deportista famoso y de acabar con la súper pobreza de su mamá.
Miseria económica al límite de que tuvieron que darle sepultura vestido con su uniforme escolar porque no tenían nada mejor que ponerle.
La madre, indefensa, pasó el inicio de este dolor vitalicio en un abandono total y con la consciencia adolorida porque se culpó de esta pérdida al recordar de que su hijo le quería comprar una casa cuando fuera un campeón.
Esta pobre mujer no se enfocó, transitando por tal desgracia, en que la portería de aquel campo de fútbol estaba medio suelta. Y que no era noticia nueva en la escuela, pero su reparación se fue dejando para después.
El pueblo camagüeyano vivió consternado este hecho como siempre se asume la muerte de un niño, porque creo de todo corazón que a la naturaleza se le escapó este horror-error, clasificación donde se encuentra también el comunismo.
La habitual desinformación estatal que borra a propósito todo crimen que pueda poner más grises a la historia mal contada a lo Castro desde 1959, obligó a correr la voz de boca en boca, como en otra era donde se escribía sobre una piedra, o en un papiro…
No supe nunca el nombre de este inocente, sólo supimos de su muerte. Lo lloramos como familia. La fecha exacta del deceso no la tengo clara. Aseguro que no existe archivo policial que la guarde. Sucedió entre 1999 y el 2002. La asocio con hechos que viví en ese tiempo en Cuba.
La EIDE, como les llaman popularmente a estas famosas escuelas dentro del archipiélago cubano, sirven para curtir el ansia de futuras estrellas deportivas que cuando llegan a una competencia internacional ya han pasado por tanto que no les deben nada a la dictadura cubana. Y aún son estafados si regresan a Cuba.
Recuerdo como Fidel Castro esperaba sus medallas al pie de la escalerilla de cada avión. También mantenemos en la memoria la prohibición de la pelea por la que pagaban millones de dólares entre el boxeo profesional y el amateur. Entre Mohamed Alí y Teófilo Stevenson.
Este tricampeón olímpico era el gallo de oro del dictador, y no se arriesgó a perderlo en una pelea. No quiso cambiar camino por vereda. Por eso odiaba el deporte profesional, porque ya tenía el negocio redondo enseñado por los expertos rusos. Porque Stevenson “era un modelo de revolucionario sin codicia”.
“Desde inicios de la Revolución, Cuba copió el sistema soviético de cultura física, y lemas como «el deporte es derecho del pueblo» y su masificación se hicieron realidad. «La Unión Soviética había descubierto el valor del deporte como herramienta política y Cuba trazó las políticas que luego le permitieron ganar las medallas», según la BBC MUNDO.
Estas generaciones de nuevos atletas que entrenan hasta descalzos y queman miles de kilocalorías desde “las mañanitas” a las 5 am para los chicos de deportes como la lucha libre, merecen una vida mejor después de ganarse esas medallas a sangre, hambre y fuego.
La mayoría no pueden dormir en las noches porque la sinfonía del estómago vacío no los deja, después de alimentarse sin recuperar tanta energía gastada en entrenamientos profesionales, en plena adolescencia.
Entre ellos se forma un “trapicheo” en los albergues, a la hora en que deben dormir. Los internos están lejos de sus hogares, es por ello que hay que sobrevivir. Se venden entre amigos alimentos que traen desde la casa; caramelos, cucharadas de azúcar a 20 centavos, y otras chucherías para engañar sus mentes hambrientas.
Las matrículas son codiciadas, y no faltan los “forros» como les dicen a los hijos de dirigentes del Castro-Comunismo que entran a estos centros sin ningún talento para el deporte. Sólo para que no estén internos en las escuelas de bachillerato, ya que viven en esta ciudad donde está la EIDE y se alimentarán y dormirán cada noche en casa.
De no ser por esta muerte “sin culpable”, este chico que perdió la vida donde debían cuidarla, hoy tendría veintitantos años, y quizá sería un campeón y su madre una mujer feliz.
Foto tomada de Google
(“”) Publicado en BBC MUNDO, Cuba
“Las diez huellas soviéticas en Cuba”
Liliet Heredero 17 agosto 2011
Reblogueó esto en The Bosch's Blog.
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