Por Idaysi Capote
«Para Cuba que sufre, la primera palabra. De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella.
… La emigración cubana entera, … Lo que venimos haciendo en estos años de trabajo, de familia sin gusto, de vida sin sabor, ¡de muerte disimulada! ¡A la Patria que allí se cae a pedazos y se ha quedado ciega de llorar, hay que llevar la Patria piadosa y previsora que aquí se levanta!
… ¡A lo que queda de Patria allí, mordido de todas partes por la gangrena que corroe el corazón, hay que juntar la patria amiga donde hemos ido, acá en la soledad, acomodando el alma, con las manos firmes que pide el buen cariño, a las realidades todas, a la incansable disidencia, de afuera y de adentro…
¿Qué saben allá de estos tratos sutiles, que nadie prepara ni puede detener, entre el país desesperado y los emigrados que esperan? ¿Qué saben de este carácter nuestro fortalecido, de tierra en tierra, por la prueba cruenta y el ejercicio diario? ¿Qué saben del pueblo liberal, y fiero, y trabajador, que vamos a llevarle? ¿Qué sabe el pueblo de Cuba que agoniza en cada noche, de la justicia que le espera con los brazos abiertos en la aurora?
… Si en las cosas de mi Patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, yo quiero que la ley primera de Cuba sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.
Para verdades trabajamos, y no para sueños. Para libertar a los cubanos trabajamos, y no para acorralarlos.
¡Unámonos, ante todo, en esta fe; juntemos las manos, en prenda de esa decisión, donde todos las vean, y donde no se olvida sin castigo; cerrémosle el paso a la Dictadura y a todo lo que no viene preparado por medios dignos del decoro del hombre, ¡para el bien y la prosperidad de todos los cubanos!
Creen allá en nuestra patria, para darnos luego trabajo de piedad, creen, donde el dueño corrompido pudre cuanto mira, un alma cubana nueva, erizada y hostil, un alma hosca, distinta de aquella alma casera y magnánima de nuestros padres e hija natural de la miseria, que ve triunfar al vicio impune, y de la cultura inútil, ¡que sólo halla empleo en la contemplación sorda de sí misma! ¡en la atrocidad del comunismo que prohíbe los sueños! ¡en la dictadura que aniquila lo justo!
¡Acá, donde vigilamos por los ausentes, donde reponemos la casa que allá se nos cae encima, donde creamos lo que ha de reemplazar a lo que allí se nos destruye, acá no hay palabra que se asemeje más a la luz del amanecer, ni consuelo que se entre con más dicha por nuestro corazón, que esta palabra inefable y ardiente de cubano!
¡Es el sueño mío, es el sueño de todos; las palmas son novias que esperan: y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas! ¡Paso a los que no tienen miedo a la luz: caridad para los que tiemblan de sus rayos! ¡Valiera más que no se desplegara esa bandera de su mástil, si no hubiera de amparar por igual a todas las cabezas!
Muy mal conoce nuestra patria, la conoce muy mal, quien no sepa que hay en ella, una tiranía aniquiladora.
¿A qué es, pues, a lo que habremos de temer? ¿Al decaimiento de nuestro entusiasmo, a lo ilusorio de nuestra fe, al poco número de los infatigables, al desorden de nuestras esperanzas? … siento firme y estable la tierra bajo mis pies, y digo: «Mienten.» Y miro a mi corazón, que no es más que un corazón cubano, y digo: – Mienten.» me vuelvo a los que nos quieren asustar con el sacrificio mismo que apetecemos, y les digo: -«Mienten».
¿Al que más ha sufrido en Cuba por la privación de la libertad le tendremos miedo, en el país donde la sangre que derramó por ella se la ha hecho amar demasiado para amenazarla?
¿Al Dictador en Cuba habremos de temer? ¿Al Dictador odiado, que no nos pudo vencer por su valor? ¿Al Dictador que tiene su caudal y morirá abrazado a su caudal, que es su única Patria?
A quien crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por sí en la tierra creada por su valor, le decimos: «Mienten».
Conocemos el mal, y veremos de no recaer; a puro amor y paciencia hemos congregado lo que quedó disperso, y convertido en orden entusiasta lo que era, después de la catástrofe, desconcierto receloso; hemos procurado la buena fe, y creemos haber logrado, suprimir o reprimir los vicios que causaron nuestra derrota… ¡Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se fundan pueblos!
… ¡Allá está Cuba, sofocada en los brazos que nos la estrujan y corrompen! ¡Allá está, herida en la frente, herida en el corazón, presidiendo, atada a la silla de tortura… De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la Patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno, ni el malo.
Allí está, de allí nos llama, se la oye gemir, ¡nos la violan nos corrompen y nos despedazan a la madre de nuestro corazón! ¡Pues alcémonos de una vez, de una arremetida última de los corazones, alcémonos de manera que no corra peligro la libertad en el triunfo, por el desorden o por la torpeza o por la impaciencia en prepararla…
…Alcémonos, para la democracia verdadera, los que por nuestra pasión por el derecho y por nuestro hábito del trabajo sabremos mantenerla.
… Alcémonos para darle tumba a los héroes cuyo espíritu vaga por el mundo avergonzado y solitario; ¡alcémonos para que algún día tengan tumba nuestros hijos!
Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante:
«Con todos, y para el bien de todos».
@idaysicapote
Imagen tomada de Google
PD: Este es un resumen de dicho discurso que aún está vigente en nuestros días. He agregado o sustituido solo unas pocas palabras. para colocarlo en el contexto actual.
Este discurso fue dado por José Martí en el Liceo Cubano en Tampa el 26 de noviembre de 1891. El señor Francisco María Gonzáles lo tomó taquigráficamente y después fue reproducido bajo el nombre de “Con todos y para el bien de todos” y distribuido en hojas sueltas.